Primera parte de la ponencia en las Primeras Jornadas internacionales TIC y ELE. Ministerio de Educación. Madrid, 29 de junio de 2010.
La
Era Tecnológica es la era de las posibilidades sin límite, del pleno acceso a la
información, de la recursividad… Pero también lo es del desconcierto, de la
desmesura y del tiempo ineficiente. Tenemos a nuestro abasto cientos de miles
de recursos tecnológicos y apenas unas horas para preparar la siguiente clase. Tecleamos
en Google: “Recursos para la enseñanza del español” y encontramos… ¡21.000.000
entradas! Localizar lo que justamente necesitamos para cada ocasión es tarea
compleja y muy frecuentemente desoladora. Paradójicamente, las TIC, que en tantas ocasiones nos facilitan nuestra
labor diaria, también nos hacen perder irremediablemente el valioso tiempo de
nuestro trabajo.
Por
ende, si las TIC ya de por sí son importantes, las bases de datos TIC resultan
en todo punto indispensables. Una TIC que gestiona, sistematiza y ordena a
otras TIC, que te ofrece en pocos minutos lo que necesitas, con la ventaja de
que el recurso que vas a llevar a clase está actualizado y ha sido discriminado
entre tantos otros por su corrección y funcionalidad. Un trabajo de purga que
de otro modo se pagaría en horas de búsqueda infructuosa.
Estas
bases de datos de recursos TIC facilitan la localización de contenidos, nos
permiten preseleccionar materiales de interés, diferenciar materiales de tipo
genérico y específico y -todavía más importante- gestionar cada recurso por categorías con el fin de
simplificar las búsquedas. Por no hablar de las carpetas de doble fondo que nos
ahorramos, cuyo ingente acopio nos hace padecer (creo que a casi todos) esa nueva
suerte del Síndrome de Diógenes relativo al archivo informático de cuanto jamás
hemos necesitado.
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